viernes, junio 20, 2008

Cuando del cielo llovieron guirnaldas


Era otoño y en la ciudad nadie predecía lo pronto a suceder. Cuando, de repente, del cielo llovieron guirnaldas. Al principio, los habitantes pensaron que sólo eran restos volados de alguna celebración, a la que nadie había sido invitado, lamentablemente. Pensaron, también, que tal vez era la estrategia de algún candidato o empresa telefónica para ganar adeptos. Sea cual fuere la razón, y retomando el principio, del cielo caían guirnaldas. Y la ciudad se llenó de los colores del arcoiris, con ese popurrí de papeles alborotados, brillantes, papeles alargados y atirabuzonados, sobre el césped, los árboles de la plaza, los sombreros de los hombres importantes y la cabeza de un perro que justo pasaba por ahí.
El nene miró la escena y lo comprendió todo.Vió el cesped, vió los árboles de la plaza, a los hombres importantes, al perro, a la ciudad, tan mágicamente encendida y maravillada, y no le hizo falta mirar al cielo, porque lo encontraba en retazos, en el suelo.

Agustina Sosa